Cuando proyectábamos el proyecto O Couso sabíamos, como nos ocurrió hace cinco años, que teníamos que incluir en el mismo una escuela, o un «learning centre» o algo parecido que pudiera orientar a esos buscadores cargados de preguntas y con ganas de profundizar en los nuevos paradigmas que están surgiendo con tanta fuerza. Teníamos claro que nosotros no íbamos a desarrollar ningún tipo de compleja pedagogía, ni crear ningún dogma o ideología de ningún tipo, más bien, sería un trabajo desde la sencillez, con algunas pocas claves para “extraer” el conocimiento desde dentro en un entorno apropiado para ello. Unos días de silencio, un poco de trabajo comunitario, algunas breves lecturas y un recorrido extenso por el ser interior para terminar celebrando esos días de compartir y co-creación.
En estos días de tour con Emilio Carrillo la idea se iba haciendo cada vez más fuerte y potente en nuestro interior: la escuela debía ser una escuela para el alma, es decir, una escuela que extrajera de nosotros nuestros dones y talentos. Cuando esta mañana se lo comentaba con entusiasmo a Emilio quedaba encantado: “una preciosa y potente iniciativa”, nos decía. Realmente era cerrar el círculo de lo que llevamos tiempo sintiendo en nuestro interior, porque realmente, el entusiasmo de todo lo que estamos haciendo potencia significativamente nuestros dones y talentos para que el proyecto se materialice poco a poco.
¿Y cómo hacer que cada cual encuentre sus dones y talentos? En ese sentido tenemos una modesta experiencia porque de una u otra forma hemos dedicado los últimos años a desarrollar esa conexión interior que nos ha enlazado de forma hermosa con aquello que sentimos que teníamos que hacer por encima de cualquier otra cosa. Llamémoslo misión, propósito, sentido, vía, camino… El nombre es lo de menos, pero sí sabemos que hay algo especial que nos empuja a realizar unas y no otras cosas. ¿Y cómo podemos identificarlo? Por un vital indicador: la felicidad y la alegría que nos surge cuando hacemos eso que realmente hemos venido a hacer.
No podría ser de otra manera. Por eso uno es feliz cuando expresa su don y talento. Ya hablé de ello en el pasado tras terminar mi primer vipassana y empezar ese peregrinaje de casi cuarenta días por el Camino de Santiago. Todo lo que tenemos que hacer en la vida es dejar de hacer, es decir, reencontrarnos con la profunda visión penetrante de lo que somos para que se exprese dentro y fuera de nosotros nuestras propias maravillas, nuestro propio glorioso y milagroso paso por el mundo. Así os lo deseo, de corazón.
Me gustaria conocer con mas profundidad la realizacion de ese bonito proyecto pues bien sea por empatia o por la interrelacion de lo que existe he tenido la oportunidad hace tiempo de sentir lo que creo que define ese proyrcto.
Suerte y srmonia
Me gustaMe gusta