Esplendor. Renacimiento. Renovación. Restitución. Floración. Mil flores. Aromas. Ternura. Verdor. El perro corriendo por el prado. La gata sobre el tejado mirando el horizonte. Una legión de pajarillos cantando a la primavera. El concierto solo es un preludio. Un aviso de que la vida vuelve a explotar, a expandirse.
Llueve. La tierra húmeda y cálida. Su olor, ese olor acompañado de Lay Lady Lay de Bod Dylan. Ese paseo con risas. Esa mirada lejana, perdida, melancólica. Las hojas que nacen entre ramas tupidas. El manto oceánico que todo lo cubre. Las cumbres, las montañas, las doradas promesas. Unos que vienen y otros que se van, tristes o alegres, pero se van.
La luz brilla de forma especial. Hay una alegría poderosa en todo lo que ocurre. Das vueltas sobre tu propio eje, con las manos extendidas mientras miras el cielo azul. Te tumbas en la hierba agotado y las gallinas te picotean los pies. Te revuelcas de un lado para otro hasta que alguien salta encima tuya y comienza el juego.
Miras las paredes de piedra. Observas una a una, fascinado por todo el trabajo de siglos pasados. Tocas la más grande y luego rozas con el aliento la más pequeña. Introduces el dedo entre los recovecos del tiempo y algo te susurra. Deseas abrazar toda la casa, cada piedra, cada rincón, cada trozo de madera añeja.
Mientras trabajas la madera encuentras un nido en el bosque. No hay tiempo. No necesitamos el tiempo. Amanece y silenciamos el rumor. Seguimos el día tranquilos, sin prisa, ¿para qué correr? La primavera llegó y todo continua. La mañana pasa entre trabajos y risas. Comemos algo y la tarde nos abraza con su encanto, con su paz, con su silencio reposado.
Las noches se hacen cortas. Estamos deseosos de que llegue el nuevo día. De que la vida se exprese en lo más profundo. Todo tiene un significado. Incluso el que paseando nos encontráramos a ese topillo travieso, al ciervo o al erizo. Todo lo que ocurre se teje en un entramado mágico, incomprensible, misterioso, que envuelve de orden todo cuanto ocurre.
Nosotros cumplimos nuestra parte. No importa la estación en la que estemos, no importa el ciclo. Sabemos que todo cuanto ocurre procede de una intención que va más allá de nuestra comprensión. Sólo así, ante esta creencia, podemos abrazar con tranquilidad la inmensidad que nos envuelve.
Mientras sembramos la tierra sabemos que algo milagroso ocurrirá con la muerte de la semilla. Algo que en alguna parte del tiempo dará sus frutos que alimentarán nuestros cuerpos dotándolos de la energía y el calor suficiente para que a su vez nosotros también formemos parte del ciclo. ¿Cuál será nuestra muerte, y cual nuestro fruto? Hoy toca ser primavera, inspirar imágenes bellas, suaves tonos de estallido vital. Seguiremos en silencio buceando en la trama. Seguiremos sirviendo para que el mundo sea cada vez más sencillo y cercano.
Las plantas silvestres crecen desbordadas. Las lombrices se esconden en la tierra húmeda. Los cielos se preparan para albergar el cristalino azul. Seguimos invitando a la vida. Seguimos sumergidos en la vida. Luce el sol, brilla la existencia.
(Foto: Ayer construyendo un tejado recíproco para las nuevas letrinas).