El cometido sigue siendo el mismo: inspirar. Nunca sabemos a ciencia cierta cuanto de inspirador es este lugar y sus gentes. Pero sí sabemos que algo ocurre, algo diferente que hace que un trozo de nosotros cambie. Tanto en los que nos visitan como en los que aquí estamos, algo diferente ocurre todos los días.
Muchas veces nos preguntan si no nos cansamos de recibir y atender a tanta gente. Es posible que algún día podamos terminar agotados, pero es tan satisfactorio el poder estar aquí enriqueciéndonos con tantos peregrinos de la vida que ese cansancio queda ridículo ante la grandeza de abrazar todos los días al ser humano.
Esta segunda semana de experiencia ha sido especial, hermosa, tranquila, divertida. Entre quince y veinte personas han ayudado en la tarea zen de limpiar paredes, en los futuros jardines, en la huerta, en la cocina siempre tan provisional, con los animales de la simbólica granja y en el mantenimiento de toda la finca. Siempre decimos que los trabajos son una excusa para crear un vínculo especial entre nosotros, para compartir la construcción de este lugar de todos y para todos. El trabajo compartido, sin expectativas, permite que saque todo lo mejor de nosotros.
Nos emocionó ver como los primeros valientes dormían ya en las primeras habitaciones restauradas y estrenaban nuevas ventanas que han quedado preciosas con sus marcos de poderosa madera.
Aún queda mucho por hacer en el plano material. Es cierto que la futura casa de acogida va tomando forma y se va haciendo cada día más acogedora, pero aún queda mucho trabajo por delante. Sin embargo, ahora vemos, un año después, cierto optimismo en todo lo conseguido. Es como si la casa comenzara a revivir después de tantos siglos de vida.
En esta convivencia han venido personas de Holanda, de Almería, de Granada, de Madrid, de Francia, de Navarra, … O Couso ya se empieza a conocer en otros países y esperamos a mucha más gente en las próximas semanas de experiencia para que sigan disfrutando de su magia.
En los círculos de sabiduría pudimos hablar sobre el sentido de la vida y el reflejo, aquello que vemos en los otros y que muchas veces está dentro de nosotros mismos. Fueron círculos hermosos, de mucho aprendizaje común y compartir. El respeto hacia las diferentes creencias, hacía que la fraternidad surgiera desde ese aspecto común que nos une como seres humanos. Algunas mañanas cantábamos después de la meditación y las tardes solíamos hacer excursiones a Samos o a los alrededores. Toda la semana ha sido intensa y llena de anécdotas hermosas y divertidas, como cuando Paco intentaba vencer la estampida de una manada de vacas asustadas por los envites de Geo o cuando disfrutamos de una hermosa luna llena que fue acompañada de un respetuoso e improvisado ritual de agradecimiento.
La vida en O Couso es bella y tranquila. Estamos muy agradecidos por todo lo que recibimos y aprendemos los unos a los otros. Sin duda, la escuelita de dones y talentos ya es una realidad. Las semanas de experiencia así lo demuestran. Ahora solo nos falta animar a todos los que deseen formar parte de este experimento comunitario. Ya tenemos ganas de ser más para hacer más e inspirar aún a más gente.
Gracias de corazón a todos. No os perdáis las próximas semanas… Os esperamos con el cariño de siempre.