Es difícil explicar con palabras todas las emociones vividas estos días. Todos los encuentros, toda la gente bonita que nos ha visitado, que ha hecho de esta casa la casa de muchos. Ha venido gente desde muy lejos, incluso estos días llegaban desde Italia o Alemania o Croacia para pasar unos días entrañables, en familia, acompañados por el espíritu humano de colaboración, de apoyo, de amor incondicional.
El egregor del espíritu grupal de esta semana ha sido bello, armónico, divertido. La familia de Cristina y Jorge, con sus dos bellos hijos han hecho del lugar todo un mundo de juego. Su ejemplo en la crianza de sus hijos nos ha maravillado, especialmente su paciencia, su amor, su sonrisa siempre amable y hermosa. Esta mañana éramos casi treinta personas en el círculo de consciencia. Estamos disfrutando de los scouts venidos desde Madrid y en unos días de un grupo de Barcelona. Todos se sienten como en casa desde las primeras horas, cuando empieza el tour con la acogida, explicando el proyecto, sus motivaciones, el porqué estamos haciendo esto así y no de otra manera.
Muchos empiezan a entender la profundidad de términos como apoyo mutuo y cooperación, como acompañamiento en los momentos difíciles, o palabras como permacultura, simplicidad voluntaria o vida tranquila. Es hermoso ver como durante toda esta semana, cargada de círculos de sabiduría, de compartir y de alegría hemos aprendido todos tanto y tanto. El compartir experiencias y conocimiento tan diversos nos enriquece a marchas forzadas. El compartir momentos únicos donde poder relacionarnos directamente con la naturaleza nos llena de vida y amor. El poder darnos las manos, abrazarnos o sonreírnos como seres humanos completos nos llenan de pasión.
El grupo de adolescentes que vino desde Madrid nos alegró las mañanas y las tardes con sus idas y venidas, con sus inquietudes, con sus preguntas, con sus conflictos propios de la edad. Llenaron de vida estos días tranquilos donde la única preocupación era saber qué íbamos a comer o qué cuestión interesante íbamos a abordar.
El entorno natural en el que nos encontramos es totalmente sanador. Unos días de paseos por la naturaleza y el verde termina penetrando en nosotros sanando nuestros males, tanto físicos como espirituales. «Esto es el paraíso», decían esta mañana. Pero nosotros insistimos que sólo si el paraíso está dentro de nosotros podemos verlo fuera.
Gracias a los que han hecho posible desde la distancia estos días maravillosos donde la economía del don y el compartir se han hecho palpables, posibles y amigables. Gracias por ayudarnos a crear una nueva consciencia, un nuevo campo de reflexión, una nueva forma de mirar al mundo, más amable, más amorosa, más responsable. Gracias, gracias, gracias a todos los que habéis participado en esta hermosa semana de experiencia. Ahora vamos a por las siguientes. Con ilusión, con fuerzas, con más esperanza de poder insistir en que un mundo amoroso es posible.