El frío llega a O Couso

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«Les llamaban en su lengua, Magos, porque glorificaban a Dios en el silencio y en voz baja». (Libro de Set)

Acabamos de encender por primera vez la estufa en este prometedor otoño. Con estas extrañas temperaturas pensábamos por un momento que llegaría el invierno y no el frío. Pero hoy parece que llegó. Cuando hoy ha caído la noche, apetecía un poco de calor, de fuego. Ha sido hermosa la sensación de llegar a la cabaña acompañados de Geo, encender la luz, ponernos el pijama de franela y encender la estufa para calentar el recinto. Hace por estas fechas un año que el primer morador vive en la cabaña después de casi tres años viviendo en las caravanas. Llevamos casi cuatro años en los bosques, intentando comprender ciertas cosas sobre el misterio de la vida, alejados, aparentemente, del ruido de la ciudad y de todo ese mundo que ya quedó lejos y al que no deseamos volver.

Aquí en los bosques se está bien, trabajando en silencio y en voz baja, sin hacer un exceso de ruido, buceando en la magia vital que nos envuelve. La naturaleza es generosa y nos acoge, si sabes respetar sus ritmos, con la dulzura de una madre. Sentimos que en este pequeño habitáculo poseemos todo lo que una persona pudiera tener para ser feliz, aludiendo a la inevitable reflexión que nace de que la felicidad nunca dependerá de las cosas que uno posea, si no de la actitud con la que uno se enfrenta a esas cosas. La sencillez y la humildad de tener poco ayuda a la sana facultad de no tener que preocuparnos por las diez mil cosas de las que habla el Tao. Pero sobre todo nos hace profundizar en que la vida no tiene sentido si no es compartiéndola con los demás, para los demás, hacia los demás. La unidad que representamos no puede entenderse sin el conjunto que representa junto a los otros. El «yo», minúsculo e insignificante, no tiene sentido sin el «tú». Por eso O Couso sólo tiene sentido gracias a las personas, así, en conjunto, en plural.

En estos últimos meses cierta ambición nacida de cierta necesidad se apoderó inevitablemente de nosotros. La misma surgió cuando ante una enfermedad extraña uno de los miembros se vio imposibilitado para caminar. Fue uno de esos resfriados de verano mal curados capaces de tumbar a cualquiera sin poder moverse. Nos dimos cuenta ante los hechos de la importancia de poseer buena salud aquí en las montañas, pero sobre todo, de la importancia de tener un lavabo cerca cuando estás enfermo. Así que nuestra siguiente ambición fue la de crear un pequeño anexo a una de las cabañas piloto para colocar una ducha, un lavabo y una pequeña cocinita donde calentar algo en las frías noches de invierno.

En agosto empezamos con la construcción del anexo, el cual ha sufrido varios retrasos por la necesidad de ayudar en la construcción de la segunda y la tercera cabaña. Esta semana, como llovía ahí fuera y era poco lo que se podía avanzar en las cabañas fuimos a comprar algo de barniz especial para maderas y dedicamos algún tiempo a dar color al anexo. Ya sólo queda terminar la conducción de aguas residuales y colocar la cocina y algún armario. Será hermoso cuando esté terminado y podamos hacer aquí las necesidades sin tener que correr, como todas las mañanas, hasta la casa para poder realizar esas cosas escatológicas, pero tan necesarias para el normal funcionamiento.

La cabaña de Koldo ya está prácticamente terminada, a falta de algunos acabados, y la cabaña de Memo va al ritmo de nuestros ingresos. Cuando entra algo de dinero, compramos maderas y avanzamos un poco. Esta semana pudimos avanzar en el tejado y compramos todo lo necesario para terminarlo. Ahora habrá que esperar alguna entrada para poder seguir construyendo con maderas las paredes y el suelo. Las previsiones eran que Memo pudiera habitar la tercera cabaña en noviembre, antes de que llegara el frío, pero vemos como todo se está retrasando. El frío y la construcción, como si todo fuera parejo. Esperemos que nuestro querido Memo no sufra en exceso en su pequeño recinto improvisado, en esa caravana azul que tanto nos ha dado en estos años. Seguro que pronto tendremos su cabaña terminada y con ella, un nuevo hogar aquí en los bosques.

Lo cierto es que este lugar se está volviendo poco a poco cada día más confortable y hermoso. Esta próxima primavera, mientras seguimos con la reconstrucción de la casa vieja y construyendo cabañas para que cada día más voluntarios puedan vivir con nosotros de forma cómoda, empezaremos la hermosa labor de crear un jardín de las hespérides, con su huerta fortalecida y su floresta pertinente. Tenemos ganas de empezar ya con el segundo eslabón de esta cadena: la armonía, la belleza. Si en estos años ha prevalecido la fuerza y la constancia, la voluntad para aguantar las condiciones tan duras en las que hemos vivido, en la próxima etapa queremos dedicar mucho más tiempo y recursos a embellecer este lugar. Después de todo lo que hemos pasado, ahora sólo nos queda poder disfrutar amablemente del lugar y hacer que aquellos que vengan puedan hacer lo mismo. Hace un par de días se marcharon cuatro personas llorando de emoción, agradecidos por todo lo que aquí se está haciendo. Sentimos una satisfacción enorme y sobre todo, muchas ganas de seguir adelante, acompañando con deseo ardiente esta necesidad nuestra de compartir este mundo bueno y hermoso.

(Foto: una de las cabañas entrando en calor esta misma noche).

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