El otoño siempre es un lugar tranquilo, habitado por duendes que se esconden entre setas y castañas, por hadas que se asoman entre los setos multicolores y las hojas caídas. Si uno presta atención, puede ver y observar todo cuanto rodea la inmensa extensión que el misterio encierra en la naturaleza. Luego estamos nosotros, con nuestras cosas, nuestras alegrías y tristezas, nuestras miserias y grandezas. Somos como notas discordantes, diferentes en el contexto natural, alterados por nuestras emociones o sencillamente seres capaces de lo más hermoso y maravilloso mientras los senderos se entreabren a nuestras espaldas.
El frío ya está llegando con fuerza. La leña nos sirve de combustible para encender la chimenea y calentar un rato, si estás junto a ella, los cuerpos dolientes. Se fue el verano y ya se está marchando el otoño y con ellos el calor y la gente. Es algo que nunca falla. Es como si el frío no fuera compatible con todo lo demás. Nos pone a prueba, el humor se perfila como nuestro casual enemigo. Mantener firme la templanza no resulta fácil. Siempre hay algo que nos puede traicionar. En estos momentos es cuando ponemos a flor del piel nuestro sexto principio al que llamamos Reflejo: reconozco que cualquier cosa que yo vea fuera de mí mismo (críticas, irritaciones o juicios) puede también ser reflejo de lo que está dentro de mí. Me comprometo a analizarlos en mí mismo antes de reflejarlos a los demás.
Esto es complejo. Nunca somos capaces de ver exactamente qué ocurre en nosotros, dentro de nosotros, para que algo o alguien nos quiebre la paz, nos perturbe, nos inhabilite como personas sintientes. Lo fácil es recurrir a la culpa de todo aquello que está fuera de nosotros: el frío, aquel con el que no simpatizo, aquello que alguien dijo o esa mirada que me perturba. Siempre tendemos a ver fuera lo que se cuece dentro. Es una ley que desconocemos, pero que merece la pena indagar.
Cuando elegimos este lugar pensamos que sería perfecto para precisamente observarnos en los momentos difíciles, aprender de nuestras debilidades, de nuestros miedos y crecer a marchas forzadas como seres humanos. Estar en el norte de España, en la montaña, en un lugar frío y húmedo, aún por rehabilitar, es perfecto para ponernos a prueba. Quizás en la paz de los valles todo sea más fluido, pero también es cierto que al ser todo más fácil, el carácter tarda en domeñarse. Aquí tienes que aprender rápido, adaptarte rápido y sortear la convivencia como una auténtica escuela de vida. El otro, alienígena para nosotros, siempre será distinto y lejano. Tan distinto que resulta difícil reconciliar nuestra parte oscura con la suya, tan próxima cuando las condiciones y circunstancias se vuelven duras. La observancia, la disciplina, la fortaleza interior, serán nuestras herramientas para sobrevivir psicológicamente antes de hundirnos y abandonar. Estamos ante un curso de milagros puesto que aquí te transformas o pereces.
El amigo Carlos ha estado una semana con nosotros experimentando todo esto y ha tenido la gentileza de hacer este video que acompañamos. Ahora que somos pocos y casi se puede empezar a percibir las pruebas que tendremos que pasar este invierno, el video refleja fielmente la soledad de estos momentos y la difícil hazaña de seguir adelante. El otoño ha sido fielmente reflejado en un video hermoso y profundo. La dureza también tiene su parte bella, y en nosotros está el abrazar esta oportunidad que nos da la vida para seguir graduándonos en humanidad y servicio.
Hermoso O Couso vestido de otoño. Hermoso Javier vestido de certeza y adornado de sonrisas. Hermosos los valientes que se preparan para la experiencia del invierno en el bosque. Gracias por mantener el propósito. Gracias por la experiencia y el tiempo compartido la pasada primavera. Os mando mucho Amor. Que Dios os guarde Hermanos. Un abrazo grande:
Carmen Pardo
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Gracias querida Carmen por tus sentidas palabras… Aquí estamos dándolo todo… jejeje…. un abrazo grande
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Xavi, te invito a venir conocer el calor y las playas del Brasil. Te invito a mi casa en Bahia. Besitos. Vivir unos días con vosotros fue lá mas extraordinaria experiencia.
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Gracias querida Rosaly… se te echa mucho de menos… lo pasamos muy bien cuando estuviste aquí… nunca olvidaremos la despedida de noche en la caravana, todos juntos cantando y llorando y abrazando… ¡¡gracias por la invitación!!
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Que bonito video! Gracias por seguir ahí, y por acogernos a los que pasamos. Es un lugar mágico, al que espero volver muchas veces. Ánimo para este otoño-invierno. En Madrid mucho calor no hace, pero si queréis un poquito de ruido, en mi casa os acogemos.
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Gracias querida por tu calor que ya podemos sentir… aquí está tu casa y tus amigos para cuando quieras venir a disfrutarla… gracias de corazón por estar ahí… un abrazo grande…
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