Felicidades O Couso

Un doce de marzo de hace ahora cuatro años, desde la oscuridad entendíamos la noche. Los sueños fluían mientras una estrella brillaba fuertemente. Después de haber visto oscurecer el día, entró la noche en un lugar para soñar. ¡Mirad! ¡La estrella de las estrellas! La canción de la estrella encanta nuestro corazón. La llama del fuego del corazón brilla, se eleva, perdura. 
Así rezaba nuestra banda sonora mientras un gran arcoíris iluminaba el camino que nos conducía hacia la tierra prometida. Llegamos, y aún centelleando gotas de lluvia, se abría un claro sobre nosotros, dejando pasar la luz. Llorábamos por la emoción que brotaba desde nuestros adentros. Había una señal inequívoca, un resplandor interior que iluminaba con fuerza ese momento, ese lugar, ese reencuentro de almas. El propósito se unía con una fuerza inequívoca. Las señales se multiplicaban ante nosotros para que viéramos con claridad que habíamos encontrado el nexo, el fractal necesario para este tiempo, la encomienda que había que reconstruir para dar posada al peregrino. 
Hace cuatro años, un día como hoy, próxima la primavera, sentimos la llamada, el deseo. Sonaba Aniron, fuera y dentro de nosotros. Como si esa música quisiera revelarnos algo. Al bajar la última cuesta las lágrimas resbalaban como ríos mientras el verdor nos recibía, como si viniéramos de un largo viaje y todo concluyera en ese momento único, en esa estrella en la noche oscura. 
Han pasado cuatro años de ese momento y aún lo recordamos con emoción extrema. Especialmente por todo lo que ha ocurrido, por todo lo caminado, por todas las almas que han enlazado sus vidas unas junto a otras provocando más vida, más lazos, más fraternidad, más humanidad, más amor. Cientos y cientos de peregrinos han compartido espacios y tiempos que ahora resuenan como tambores que se unen a un concierto mayor. Todos los esfuerzos, todos los abrazos, todo el sufrimiento y el dolor, todo el trabajo y toda una vida ha podido quedar para siempre en nuestras almas.
O Couso cumple hoy cuatro años y sentimos cierta alegría interior. No sabemos qué cosas buenas y menos buenas habremos obrado en los otros, pero sí sabemos con suma certeza como el secreto de ese lugar ha crecido en nosotros. Como el misterio se ha ceñido al guion y a la promesa que un día fue pactado allá en los estrechos valles del alma. 
Estamos felices por el camino hecho, por la satisfacción de que, a pesar de todas las dificultades, seguimos aquí, empuñando el testigo del nuevo tiempo, sin miedo al futuro y honrando siempre el esfuerzo y el sacrificio de los que nos precedieron y ya no están entre nosotros. 
Un especial recuerdo a los tres soñadores y a los cuatro constructores que sirvieron de guía, fuerza y ejemplo de los primeros momentos. Su luz, su llama y su fuerza aún hacen posible este trabajo mágico del alma. Su trabajo como tejedores de luz sigue iluminando los campos, bosques y montañas de este santo y hermoso lugar. Su valía y sacrificio sirvió de mucho para muchos. Y su lema, “todo para ellos”, sirve de esperanza futura. 
Un especial recuerdo también a las fuerzas invisibles que nos guiaron ciegamente hacia la oportunidad de servir en silencio, con absoluto desapego, sin buscar más recompensa que la alegría en el rostro del otro. 
Cuatro años no es nada, pero aquí seguimos, con fe y esperanza, con humilde vocación de servicio, con ganas de que el amor en acción sea manifestado en cada rincón de este lugar hermoso. Seguimos haciendo de un mundo bueno, un mundo mejor en esta red etérica invisible. Seguimos dando la nota en este concierto universal.
Felicidades querido O Couso.
Gracias por todo lo que nos has dado. 

 

3 respuestas a «Felicidades O Couso»

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